No hace falta ser una experta para saber que hoy todo el mundo va corriendo. Que si el trabajo, la casa, las responsabilidades, cuidar a otros, contestar mensajes, hacer compras, estar bien físicamente, mentalmente, emocionalmente… y al final del día, lo único que queda es una persona agotada, sin energía, sin ganas de nada y con una lista mental de cosas que no se han hecho. Y lo peor es que eso se repite todos los días…
¿A ti te pasa? Seguro que sí. Y aunque todo el mundo lo comenta por encima… en realidad nadie hace nada para pararlo.
¿Por qué hay tanta gente que se siente atrapada en su rutina?
Porque nos meten en ella desde el principio. Porque cuando todo gira en torno a hacer más, ser más productivos o aprovechar el tiempo al máximo, lo que se pierde es el espacio para simplemente estar. Y no, no hablamos de no hacer nada como quien se tumba en el sofá todo el día a ver series (aunque también estaría bien de vez en cuando). Hablamos de parar, de respirar. De preguntarte cómo estás y de verdad escuchar la respuesta.
Pero lo que pasa es que si paras, sientes culpa. Si te tomas un descanso, te crees vago. Si no estás haciendo algo útil, sientes que estás perdiendo el tiempo. Y así, día tras día, terminas metido en una especie de rueda que no para nunca. Una rutina que no tiene pausas reales, solo momentos donde sigues haciendo cosas, pero para los demás.
El estrés no es algo “normal”
Muchas personas creen que vivir estresadas es lo que toca, que es parte de ser adulta y que todo el mundo está así. Y es verdad que no eres el único, pero eso no significa que esté bien.
El estrés constante, ese que no se va aunque duermas, que te deja con los hombros tensos todo el tiempo, que te hace respirar mal, que te corta el apetito o te lo multiplica, que te quita las ganas de salir, de hablar, de moverte… ese estrés es una señal de que las cosas no están bien.
Y si encima no lo escuchas, y lo tapas con café, más trabajo, distracciones o incluso con pastillas para dormir, lo único que haces es empeorarlo.
Porque el cuerpo y la mente no pueden sostener eso siempre, tarde o temprano se rompe algo.
La energía no aparece sola
Mucha gente dice que está cansada. Y sí, lo están, pero no es solo cansancio físico, es un tipo de agotamiento que tiene que ver con cargar demasiado durante demasiado tiempo. Porque no es lo mismo estar cansado después de un día intenso pero feliz, que estarlo después de semanas sin tiempo para ti, sin momentos de desconexión, sin placer.
Y no, no es cuestión de “tener más fuerza de voluntad” o de “organizarse mejor”, a veces no hay forma de encajar todo, porque el problema no es que seas mala organizando, el problema es que el sistema está mal planteado. Hay demasiadas exigencias, demasiados “tienes que…”, “deberías…”, “no puedes dejar de…”. Y muy pocos “¿cómo te sientes?”, “¿qué necesitas tú?”, “¿qué te hace bien?”.
La energía no se recupera solo durmiendo. Hace falta bienestar real, y eso no viene en pastillas.
Medicarse para aguantar no es la solución
A veces, ante el agobio, el insomnio, la ansiedad o el bajón anímico, la respuesta rápida son las pastillas. Algo para dormir, algo para calmarse, algo para “poder con todo”. Y ojo, que los medicamentos existen por algo y en algunos casos son necesarios. Pero usarlos para seguir en una rutina que te destruye no es la solución… es solo un parche.
La clave está en preguntarse por qué estás así, qué es lo que realmente necesitas. Y en la mayoría de los casos, lo que se necesita no es “aguantar más”, sino hacer menos. Escuchar más al cuerpo, conectar más con una mismo, poner límites, dejar de hacer todo para todo el mundo
… y empezar a cuidarte tú.
¿Dónde queda el tiempo para uno mismo?
La frase “no tengo tiempo para mí” es de las más repetidas. Pero también es una de las más peligrosas, porque cuando no tienes tiempo para ti, todo empieza a deteriorarse: tu humor, tu salud, tus relaciones, tu capacidad de disfrutar…
El problema es que el autocuidado se ha vuelto un lujo, algo que parece que solo hacen las que tienen mucho dinero o mucho tiempo. Pero no debería ser así, porque cuidarse no es egoísta.
Y no hablamos de grandes cosas. No hace falta irse de viaje una semana ni hacer un retiro en la montaña. A veces, es tan simple como tener una hora a la semana para hacer algo solo para ti. Algo que no sea productivo, ni útil, ni para nadie más.
Solo para ti.
¿Y si en vez de hacer más, empezamos a hacer mejor?
Hay una trampa muy común: pensar que si llenas el día de cosas, te vas a sentir mejor, pero no siempre es así. De hecho, muchas veces lo que te recarga no es hacer mucho, sino hacer poco… pero bien.
Vidaes, lugar dedicado a tu bienestar físico, mental, emocional y espiritual enfocado al yogas y al pilates, nos explica que es justo ahí donde entran prácticas como el yoga, el pilates, la meditación, los masajes o los rituales de bienestar, porque son herramientas muy buenas para reconectar con el cuerpo, bajar revoluciones, recuperar la energía y cuidar la mente.
Yoga
Es una forma de mover el cuerpo con atención, de respirar mejor, de parar un poco la mente. Hay muchos tipos, así que no hace falta que seas experta.
Puedes empezar con sesiones suaves, enfocadas en la respiración y el estiramiento, y ya con eso vas a notar un cambio enorme en cómo te sientes.
Además, el yoga no solo ayuda físicamente (reduce dolores, mejora la postura, te hace más fuerte y más flexible), sino que también baja los niveles de ansiedad, mejora el sueño y te da un espacio de silencio que, sinceramente, hoy en día es oro.
Pilates
Si sientes que te falta energía, que te duele la espalda o que ya no tienes fuerza ni para cargar la compra, el pilates es una de las mejores opciones. Trabaja el cuerpo desde el centro, mejora la postura, la respiración y fortalece los músculos sin que te sientas machacada después.
Además, es perfecto para personas que pasan muchas horas sentadas o frente al ordenador, porque ayuda a corregir malos hábitos corporales. No es un entrenamiento para quedar agotada, sino para salir sintiéndote bien, fuerte, y más alineada con tu cuerpo.
Meditación
Mucha gente cree que no puede meditar porque “no sabe dejar la mente en blanco”, pero eso es un mito. Meditar no es dejar de pensar, es observar los pensamientos sin dejar que te arrastren. Es darte unos minutos de presencia, de estar contigo.
Y no necesitas sentarte en postura de loto ni tener incienso ni saber nada de budismo. Puedes simplemente sentarte, cerrar los ojos y respirar. Cinco minutos, diez, lo que puedas. Lo importante es hacerlo con constancia.
Verás cómo, poco a poco, empiezas a sentirte más en calma, más centrada, menos reactiva.
Masajes y rituales de bienestar
Ir a un masaje no debería verse como un lujo. Es una forma real de cuidar el cuerpo, de soltar tensiones, de liberar cargas. Muchas personas ni se dan cuenta de cuánta tensión llevan acumulada hasta que se tumban en una camilla y alguien empieza a trabajar sus músculos.
Lo mismo pasa con los rituales de bienestar: baños relajantes, aromaterapia, sesiones de cuidados… no son solo “cosas bonitas”. Son espacios para ti, para reconectar, para decirle al cuerpo que merece atención.
Que tú mereces atención.
El autocuidado no es negociable
Hay que dejar de ver el autocuidado como algo opcional, porque no lo es: es tan importante como comer bien o dormir. Porque si tú no estás bien, nada de lo demás va a funcionar. Puedes ser la más eficiente del mundo, pero si por dentro estás agotada, todo se cae.
Y lo más importante: no necesitas permiso para cuidarte. No necesitas justificarlo, no necesitas estar “al borde del colapso” para merecer un descanso… lo necesitas YA.
Un cambio pequeño puede ser el inicio de algo grande
No hace falta cambiar toda tu vida de golpe, no hace falta dejar el trabajo ni mudarte al campo. A veces, basta con empezar por algo pequeño: una clase de yoga por semana. Cinco minutos de meditación al despertar, un masaje al mes, una tarde al mes solo para ti…
Porque esos pequeños cambios, si los haces de verdad, tienen un efecto acumulativo. Empiezas a sentirte mejor, en calma, conectado contigo, con más energía, con más claridad…
…y, cuando estás mejor tú, todo lo que haces también mejora.
Sanar tu interior es tan importante como la salud física
Vivir con demasiadas cosas que hacer, sin tiempo paro una mismo, agotado, estresado y sin energía no es vivir, es una trampa… y que muchos han normalizado, pero que no debería ser normal.
El primer paso para salir de ahí no es hacer más, sino parar, escuchar y elegir. Empezar a darte espacios reales de cuidado, porque tú también mereces sentirte bien, no solo sobrevivir.
Así que sí, haz yoga, prueba pilates, medita aunque sea dos minutos, regálate un masaje, un ritual, lo que te haga bien.
Porque cuidarte no es egoísmo, es necesario… y no, no es tarde para empezar.